Agencia del cortometraje español

Párlame de cortos. Agencia del cortometraje español

Érase una vez…. digamos que el 9 de Mayo del 2003, en una gran ciudad cruzada por un río llamado Manzanares, y al mismo tiempo que políticos con cara de foto celebraban el Día de Europa, un joven que se llamaba Miguel Ángel Escudero, y que ante las disyuntiva entre un campo de futbol y una discoteca siempre había escogido una sala de cine, tuvo la ocurrencia de montar, él solito, una agencia. A decir verdad, aquello era una osadía, ya que todo su empeño giraba en torno al hipócritamente valorado mundo del cortometraje. La llamó ACE, y en efecto, se trataba de la Agencia del Cortometraje Español. ¿Quería Miguel Ángel hacerse rico a costa de las ilusiones de incautos soñadores? No, y mil veces no. ¿Qué pretendía entonces este, a primera vista, lunático cinéfilo? Pues, simplemente, ayudar, facilitar las cosas, allanar el terreno a todos los que sentían la imperiosa necesidad de contar una pequeña historia sirviéndose de imágenes, sonido y un derroche de entrega gratuita. Como era de esperar, la tentativa de Miguel Ángel no cayó en saco roto y fueron muchos los que vieron en ACE un providencial faro con el que poder guiar sus maltrechas e inexpertas naves. Hasta aquí todo bien, y ya era fácil suponer que el siguiente paso consistiría en que personas poderosas, gente con dinero y un declarado amor por la cultura, instituciones que defienden con orgullo ante las cámaras su preocupación por el bienestar del cine español, acudirían emocionados a echar una mano a esa pequeña agencia que, sin apenas recursos, luchaba contra viento y marea a favor de tantos cineastas, prácticamente, anónimos. Pero no, señoras y señores, no fue así; no se escuchó la corneta del Séptimo de Caballería, no sonó en la soledad de aquel joven idealista la llamada de algún político que, aunque fuese para ganar votos, se brindase a prestar una mínima ayuda a la Agencia del Cortometraje Español. En fin, por suerte, esto sólo es un cuento, porque si fuese realidad podría uno llegar a pensar que para hacer cine éste no es el país ideal.